Luís Emilio Recabarren Serrano |
A 100 años 1922 - 2022
La creación del Partido Comunista no puede comprenderse sin la vida y obra de su principal fundador: Luís Emilio Recabarren Serrano.
Su máxima obra fue la fundación del Partido Comunista de Chile, Sección de la Tercera Internacional. Sin embargo, tras su muerte en 1924, los falsos comunistas logran tomarse la dirección del partido. Dejando pendiente la tarea de reconstituirlo, para que sirva a la revolución y no a apuntalar al viejo Estado a través de las elecciones. No hubo problema de las masas que no ocupara sus preocupaciones. Orgulloso de su clase, por ser la clase de los productores, de los creadores de todo: el proletariado. Enfrentó la cárcel, persecución y hostigamiento del viejo Estado. Las masas le expresaban su cariño y reconocimiento llamándole “maestro”.
Recabarren fue el primer marxista de nuestro país, forjado en la lucha de clases internacional y nacional. El triunfo de la Revolución Rusa, lo definió como marxista-leninista tomando las posiciones del líder revolucionario ruso, Lenin.
Organizó a la Federación Obrera de Chile, FOCH, bajo una línea clasista, ofreciéndoles un camino a obreros, campesinos, profesores y trabajadores. A mujeres y hombres.
El Partido Comunista es producto del debate y lucha de las posiciones reformistas y socialdemócratas contra las revolucionarias.
A fines de 1920 tiene lugar el Tercer Congreso del Partido Obrero Socialista POS (fundado por Recabarren en 1912), que discute sobre la adhesión del partido a la Internacional Comunista, lo cual exigía el cumplimiento de las 21 condiciones aprobadas en el II Congreso de la Comintern, celebrado en Petrogrado, Rusia, entre julio y agosto de ese mismo año. Este Tercer Congreso va esclareciendo el carácter de un nuevo partido con una nueva táctica, que se define de esta forma:
«…debe estar sujeta a las circunstancias y necesidades del pueblo trabajador en el actual momento de transición histórica y que su acción en cuanto a la lucha de clases, debe ser cada día más definida, decidida y constantemente revolucionaria; por tanto, no debe admitirse en sus filas aquellos socialistas de la antigua escuela democrática, que concretan toda su táctica de acción en una transformación evolutiva que sólo sirve para desviar a las masas obreras del recto camino de su liberación, perpetuando el régimen oprobioso e inhumano de explotación capitalista. Por eso, debe ser de preferente atención de todas las secciones del Partido, revisar y purificar sus filas, en forma que en cada componente se cristalicen nuestras aspiraciones comunistas y del estricto cumplimiento de nuestro programa, expulsando sin contemplaciones de nuestras filas a quienes manifiesten dudas sobre la eficacia de nuestra acción…»
Tras la discusión de las 21 condiciones en todas las secciones del POS durante 1921, los días 1 y 2 de enero de 1922 tiene lugar el IV Congreso del Partido Obrero Socialista. Allí se aprueba una nueva declaración de principios, ahora a nombre del Partido Comunista de Chile, sección chilena de la Internacional Comunista. En esta declaración de principios se puede ver con claridad la separación de las concepciones de la socialdemocracia y la adopción de las concepciones del leninismo, estableciendo, entre otras cosas:
«A fin de que la clase trabajadora pueda encaminarse ventajosamente a la consecución de sus ideales, que propague la supresión de la explotación del hombre por el hombre, instaurando en su defecto una sociedad comunista, es indispensable organizar sus fuerzas, capacitándose para la implantación de su dictadura en el período de transición; «Que para conseguir ese resultado se requiere la constitución de un organismo revolucionario de vanguardia, con propósitos claros, directivas precisas, que no puede ser otro que el Partido Comunista…»
El recién creado Partido Comunista de Chile fue aceptado en la III Internacional solo en calidad de “partido simpatizante”, manteniéndose en esa condición hasta 1922.
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